Cada gran ciudad, y Zaragoza lo es, tiene la posibilidad de verse desde infinitos puntos de vista. Casi, uno por cada uno de los visitantes que llegan cada día. Están las rutas en las que se visitan los edificios más emblemáticos, aquellas que intentan descubrir espacios naturales de interés, otras que pretenden ver la actividad comercial y gastronómica, algunas que se centran en encontrar lugares recónditos que no aparecen en ningún catálogo turístico… Todas ellas se pueden encontrar en Caesar Augusta.
Pero, si en Zaragoza se hiciera un listado, seguro que todo el mundo coincidiría en, como mínimo, tres atractivos: el Pilar, la Seo y la Aljafería. A partir de ahí, el abanico de posibilidades es tal que solo se puede hacer una aproximación. Lugares como el museo Pablo Gargallo, la Lonja, el Patio de la Infanta o múltiples puntos en torno a Goya en Zaragoza o el arte Mudéjar en la capital aragonesa no pueden faltar. Todo depende del tiempo que el turista permanezca en la capital de Aragón.
Espacio urbano colosal
El Pilar es uno de los centros de peregrinación más importantes para los católicos. Y punto de encuentro para la cultura hispanoamericana, ya que la Virgen que le da su nombre es patrona de todos los que la comparten. Se trata de un templo barroco que reúne obras artísticas de gran valor de diferentes épocas, como el Retablo Mayor del siglo XVI realizado por Damián Forment, el Coro Mayor, el Organo, y la dieciochesca Santa Capilla (de Ventura Rodríguez), que acoge la imagen de la Virgen del Pilar (siglo XV), sobre la columna. No se puede olvidar que los frescos de la bóveda del Coreto y la cúpula Regina Martyrum fueron pintados por Goya, artista que también muestra su impronta en el museo de Zaragoza, el Camón Aznar o la Cartuja de Aula Dei.
Una vez fuera, saliendo a la plaza que toma el nombre de la Virgen, otro punto imperdonable es La Seo, la primera catedral cristiana de Zaragoza, construida bajo la advocación de San Salvador, y cocatedral junto con la basílica del Pilar. Declarada Patrimonio de la Humanidad, es una mezcolanza de estilos cuajados a lo largo de muchos siglos, desde el Románico hasta el Neoclásico. Y es que fue construida sobre la mezquita mayor de la antigua ciudad musulmana, aunque los restos más vetustos están en la cabecera románica del siglo XII. En el exterior, destaca el muro de la capilla parroquial de San Miguel arcángel, obra cumbre del mudéjar zaragozano; en el interior, el retablo mayor gótico, realizado en alabastro polícromo.
La sede de las Cortes
La Aljafería es uno de los monumentos más importantes de la arquitectura hispano-musulmana del XI. Las Cortes de Aragón tienen allí su sede. Es un edificio muy reformado, porque ha pasado por ser palacio-residencia, Tribunal de la Santa Inquisición, con cárcel incluida, y acuartelamiento de tropas. Aunque esto haya podido restarle autenticidad, no le ha quitado belleza a los pórticos ajardinados del patio de Santa Isabel, al salón Dorado o al Oratorio. Del periodo posterior a la Reconquista destaca el palacio mudéjar de Pedro IV, así como la capilla de San Martín. Y cabe destacar la torre del Trovador (siglo IX), en la que Verdi sitúa la acción de su famosa opera.
Pero otras arquitecturas también tienen su interés, como la Lonja, máximo exponente aragonés renacentista. En las últimas décadas ha sido sala de exposiciones, pero fue creada como lonja de mercaderes. En su exterior, destaca el alero y la galería de arquillos. Por dentro, un gran salón con columnas anilladas y bóvedas de crucería estrellada. Está situada también en la plaza del Pilar, entre el ayuntamiento y la Seo.
También renacentista es el Patio de la Infanta, una de las construcciones aragonesas de en estilo mejor conservadas. No está en su ubicación original (pertenecía al desaparecido palacio Zaporta, cuya portada y patio fueron comprados por un anticuario francés y trasladados a París). Pero, en 1980, fue restituido, piedra a piedra, aunque en la sede de Ibercaja.
